Este Blog muestra enseñanzas de la Quinta Revelación de Dios al mundo, mejor conocida como libro de Urantia : http://www.urantia.org/es/el-libro-de-urantia/leer youtube download
martes, 26 de octubre de 2010
El Sermón del Perdón
(1762.4) 159:1.2 «Si un hombre de corazón tierno tiene cien ovejas y una de ellas se extravía, ¿acaso no dejará inmediatamente a las noventa y nueve para ir en busca de la que se ha extraviado? Y si es un buen pastor, ¿acaso no perseverará en su búsqueda de la oveja extraviada hasta hallarla? Y luego cuando encuentre el pastor su oveja perdida, se la echará al hombro y camino a su casa con regocijo llamará a sus amigos y vecinos, diciéndoles: ‘regocijaos conmigo, porque hallé a mi oveja perdida'. Os declaro que hay más felicidad en el cielo cuando se arrepiente un pecador que por noventa y nueve personas rectas que no necesitan arrepentimiento. Aun así, no es la voluntad de mi Padre en el cielo que se extravíe uno de estos pequeños, mucho menos, que perezca. En vuestra religión, Dios puede recibir a los pecadores arrepentidos; en el evangelio del reino, el Padre sale a buscarlos aun antes de que ellos hayan pensado seriamente en arrepentirse.
(1762.5) 159:1.3 «El Padre en el cielo ama a sus hijos, por eso debéis vosotros aprender a amaros los unos a los otros; el Padre en el cielo os perdona vuestros pecados, por lo tanto, debéis aprender a perdonaros los unos a los otros. Si tu hermano peca contra ti, ve, háblale con tacto y paciencia y muéstrale su error. Y haz todo esto a solas con él. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Pero si tu hermano no te escucha, si persiste en el error, ve, háblale nuevamente, llevándote a uno o dos amigos comunes, para así con-tar con dos o aun tres testigos que confirmen tu testimonio y establezcan el hecho de que has tratado con justicia y misericordia a tu hermano ofensor. Si tampoco escucha él a vuestros hermanos, podrás relatar todo el hecho a la congregación, y si él se niega a escuchar a la hermandad, deja que el grupo decida una acción justa; que este miembro rebelde se vuelva un paria del reino. Aunque no podáis pretender sentaros en juicio del alma de vuestros semejantes, aunque no podáis perdonar pecados ni de otra manera presumir usurpar las prerrogativas de los supervisores de las huestes celestiales, sin embargo el mantener el orden temporal del reino sobre la tierra está en vuestras manos. Aunque no podáis entrometeros en los decretos divinos sobre la vida eterna, vosotros determinaréis los asuntos de conducta que se refieren al bienestar temporal de la hermandad en la tierra. Así pues, en todos estos asuntos relacionados con la disciplina de la hermandad, lo que decretéis en la tierra será reconocido en el cielo. Aunque no podáis determinar el hado eterno del individuo, podréis legislar la conducta del grupo, porque, cuando dos o tres de vosotros estéis de acuerdo sobre una de estas cosas y me elevéis vuestra solicitud, así se hará por vosotros, siempre y cuando vuestro pedido no esté en desacuerdo con la voluntad de mi Padre en el cielo. Todo esto es por siempre verdad, porque toda vez que se reúnan dos o tres creyentes, allí estaré yo entre ellos».
(1763.1) 159:1.4 Simón Pedro era el apóstol a cargo de los trabajadores en Hipos, y cuando oyó así hablar a Jesús, preguntó: «Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí, y yo le perdonaré? ¿Hasta siete veces?» Jesús le respondió a Pedro: «No sólo siete veces, sino aun setenta veces y siete veces más. Así pues, se puede comparar el reino del cielo con cierto rey que, cierta vez, se puso a hacer las cuentas con sus mayordomos de palacio. En cuanto empezaron a rendir cuentas, trajeron ante su presencia al mayordomo principal que confesó que debía a su rey diez mil talentos. Pero este funcionario de la corte del rey se lamentó que estaba pasando por un período difícil, y que no tenía con qué pagar su obligación. Así pues, el rey mandó que sus propiedades fueran confiscadas y que sus hijos fueran vendidos para pagar su deuda. Al escuchar este mayordomo tan duro decreto, cayó de bruces ante el rey y le imploró que tuviera misericordia y que le diera un poco más de tiempo, diciendo, ‘Señor, ten un poco más de paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo'. Cuando el rey contempló a este siervo negligente y a su familia, se despertó su compasión. Ordenó que fuera liberado y que se le perdonara completamente el préstamo.
(1763.2) 159:1.5 «Este mayordomo, habiendo recibido así misericordia y perdón de las manos del rey, se fue por su camino, y al toparse con uno de mayordomos subordinados que le debía tan sólo cien denarios, lo detuvo, lo aferró por el cuello y le dijo: ‘págame todo lo que me debes'. El subordinado cayó de rodillas ante él implorándole: ‘tenme un poco de paciencia, y pronto podré pagarte'. Pero este funcionario no supo mostrar misericordia sobre su subalterno, sino que lo arrojó en un calabozo hasta que pagara su deuda. Cuando los demás funcionarios vieron lo que había ocurrido, tanto les dolió que fueron y le relataron el hecho a su señor y maestro, el rey. Al oír el rey el comportamiento de este mayordomo, hizo llamar a este hombre sin gratitud ni perdón ante su presencia y le dijo: ‘eres un siervo malvado e indigno. Cuando buscabas compasión, yo te perdoné generosamente toda tu deuda. ¿Por qué no tratas a tu subalterno con misericordia, así como yo te traté a ti con misericordia?’ Tan airado estaba el rey, que mandó entregar a este siervo indigno a los carceleros para que lo metieran en un calabozo hasta que pagara todo lo que debía. Así pues, derramará mi Padre celestial la más abundante misericordia sobre los que son generosamente misericordiosos para con sus semejantes. ¿Cómo puedes implorar a Dios que te tenga consideración por tus imperfecciones, si castigas a tus hermanos culpables de las mismas debilidades humanas? Yo os digo a todos vosotros: habéis recibido generosamente las cosas buenas del reino; dad pues generosamente a vuestros semejantes en la tierra».
(1764.1) 159:1.6 Así enseñó Jesús los peligros e ilustró la injusticia de presumir juzgar a los semejantes. La disciplina debe ser mantenida, la justicia debe ser administrada, pero en todos estos asuntos debe prevalecer la sabiduría de la hermandad. Jesús impartió la autoridad legislativa y judicial al grupo, no al individuo. Aun esta autoridad del grupo no debe ser ejercida como autoridad personal. Siempre existe el peligro de que la decisión de un individuo se vea distorsionada por el prejuicio o por la pasión. El juicio del grupo puede prevenir más fácilmente los peligros y eliminar las injusticias de la opinión personal. Jesús trató siempre de minimizar los elementos de la injusticia, la venganza y la represalia.
jueves, 21 de octubre de 2010
La Verdadera Religión
(1728.3) 155:5.1 Este memorable discurso sobre la religión, resumido y expresado en fraseología moderna, dio expresión a las siguientes verdades:
(1728.4) 155:5.2 Aunque las religiones del mundo tienen un doble origen —natural y revelatoria— en cualquier momento y en cualquier pueblo se encuentran tres formas distintas de devoción religiosa. Y estas tres manifestaciones del impulso religioso son:
(1728.5) 155:5.3 1. La religión primitiva. El impulso seminatural e instintivo de temer las energías misteriosas y adorar las fuerzas superiores, principalmente una religión de la naturaleza física, la religión del miedo.(1728.6) 155:5.4 2. La religión de la civilización. Los conceptos y prácticas religiosos en avance de las razas en vías de civilización —la religión de la mente— la teología intelectual de la autoridad de una tradición religiosa establecida.
(1728.7) 155:5.5 3. La verdadera religión —la religión de la revelación. La revelación de los valores supernaturales, una visión parcial de las realidades eternas, una diminuta visión de la bondad y belleza del carácter infinito del Padre en el cielo —la religión del espíritu tal como es demostrada en la experiencia humana.
(1729.1) 155:5.6 El Maestro se negó a menospreciar la religión de los sentidos físicos y los temores supersticiosos del hombre natural, aunque deploró el hecho de que tanto de esta forma primitiva de adoración hubiera de persistir en las formas religiosas de las razas más inteligentes de la humanidad. Jesús aclaró que la gran diferencia entre la religión de la mente y la religión del espíritu es que, mientras la primera es sostenida por la autoridad eclesiástica, la última está completamente basada en la experiencia humana.
(1729.3) 155:5.8 Hasta que las razas se vuelvan altamente inteligentes y más plenamente civilizadas, persistirán muchas de esas ceremonias infantiles y supersticiosas que son tan características de las prácticas religiosas evolucionarias de los pueblos primitivos y atrasados. Hasta que la raza humana progrese al nivel de un reconocimiento más alto y más general de las realidades de la experiencia espiritual, gran número de hombres y mujeres continuarán mostrando una preferencia personal por esas religiones autoritarias que requieren tan sólo consentimiento intelectual, en contraste con la religión del espíritu, que presupone la participación activa de la mente y del alma en la aventura de fe de luchar cuerpo a cuerpo con las realidades rigurosas de la progresiva experiencia humana.
(1729.4) 155:5.9 La aceptación de las religiones tradicionales autoritarias presenta el camino más fácil para el impulso humano de buscar la satisfacción de los deseos de su naturaleza espiritual. Las religiones establecidas, cristalizadas y monolíticas de autoridad permiten un refugio inmediato, al que puede acogerse el alma distraída y afligida del hombre, cuando la atormenta el miedo y la aflige la inseguridad. Tal religión requiere de sus devotos, como precio por sus satisfacciones y garantías, sólo un consentimiento pasivo y puramente intelectual.
(1729.5) 155:5.10 Por mucho tiempo vivirán en la tierra esos individuos temerosos, miedosos y titubeantes que preferirán asegurarse de esta manera sus consuelos religiosos, aunque, al unirse a las religiones de autoridad, comprometan la soberanía de su personalidad, rebajen la dignidad del autorrespeto, y abandonen completamente el derecho a participar en la más conmovedora e inspiradora de todas las experiencias humanas posibles: la búsqueda personal de la verdad, la alegría de enfrentar los peligros del descubrimiento intelectual, la determinación de explorar las realidades de la experiencia religiosa personal, la satisfacción suprema de experimentar el triunfo personal de la comprensión real de la victoria de la fe espiritual sobre las dudas intelectuales, ganada honestamente en la suprema aventura de toda existencia humana —el hombre buscando a Dios, para sí y como tal, y encontrándolo.
(1729.6) 155:5.11 La religión del espíritu significa esfuerzo, lucha, conflicto, fe, determinación, amor, lealtad, y progreso. La religión de la mente —la teología de la autoridad— requiere poco o nada de estos esfuerzos de sus creyentes formales. La tradición es un refugio seguro y un camino fácil para esas almas temerosas e indiferentes que instintivamente evitan las luchas espirituales y las incertidumbres mentales asociadas con esos viajes de osada aventura de la fe, a los altos mares de la verdad no explorada, en búsqueda de las orillas más lejanas de las realidades espirituales, como pueden ser descubiertas por la progresiva mente humana y experimentadas por el alma humana en evolución.
(1729.7) 155:5.12 Jesús continuó diciendo: «En Jerusalén, los líderes religiosos han formulado las varias doctrinas, de sus instructores tradicionales y de profetas de otros tiempos, dentro de un sistema establecido de creencias intelectuales, la religión de autoridad. Estas religiones atraen principalmente a la mente. Ahora estamos a punto de entrar en un conflicto devastador con ese tipo de religión, puesto que pronto comenzaremos la audaz proclamación de una nueva religión —una religión que no es religión según el significado de hoy de esta palabra, una religión que apela principalmente al espíritu divino de mi Padre que reside en la mente del hombre; una religión que derivará su autoridad de los frutos de su aceptación, que tan certeramente aparecerán en la experiencia personal de todos los que real y verdaderamente se vuelvan creyentes de las verdades de esta comunión espiritual más elevada».
(1730.1) 155:5.13 Señalando a cada uno de los veinticuatro y llamándolos por su nombre, Jesús dijo: «Ahora pues, ¿cuál de vosotros prefiere tomar el camino fácil de la conformidad a una religión establecida y fosilizada, tal como es defendida por los fariseos en Jerusalén, en vez de sufrir las dificultades y persecuciones que acompañarán la misión de proclamar un mejor camino de salvación para los hombres, mientras comprendéis la satisfacción de descubrir por vosotros mismos las bellezas de las realidades de una experiencia viviente y personal en las verdades eternas y grandezas supremas del reino del cielo? ¿Estáis temerosos, buscáis la comodidad, la facilidad? ¿Tenéis miedo de confiar vuestro futuro en las manos del Dios de la verdad, cuyos hijos sois vosotros? ¿Acaso no confiáis en el Padre, cuyos hijos sois vosotros? ¿Volveréis al fácil camino de la seguridad y de la quietud intelectual de la religión de autoridad tradicional, o bien os prepararéis para adelantaros conmigo en el incierto y atribulado futuro de proclamar las nuevas verdades de la religión del espíritu, el reino del cielo en el corazón de los hombres?»
(1730.2) 155:5.14 Todos sus veinticuatro oyentes se pusieron de pie, para significar su respuesta unida y leal a éste, uno de los pocos llamados emocionales que Jesús jamás les hiciera, pero él levantó la mano y los detuvo, diciendo: «Apartaos ahora por vuestra cuenta, cada hombre a solas con el Padre, y encontrad allí la respuesta no emotiva a mi pregunta, y habiendo encontrado esa actitud verdadera y sincera del alma, enunciad esa respuesta, libre y audazmente, a mi Padre y vuestro Padre, cuya infinita vida de amor es el espíritu mismo de la religión que proclamamos».
(1730.3) 155:5.15 Los evangelistas y apóstoles se apartaron por su cuenta durante un corto período. Su espíritu estaba elevado, su mente inspirada, y sus emociones, poderosamente sacudidas por las palabras de Jesús. Pero cuando Andrés los reunió, el Maestro tan sólo dijo: «Reanudemos pues nuestro viaje. Vamos a Fenicia para pasar una temporada, y todos vosotros debéis orar al Padre para que transforme vuestras emociones de mente y cuerpo en las más elevadas lealtades de mente y más satisfactorias experiencias del espíritu».
(1730.6) 155:6.2 Habéis salido de entre aquellos de vuestros semejantes que se quedan satisfechos con una religión de la mente, ansían la seguridad y prefieren el conformismo. Habéis elegido cambiar vuestros sentimientos de seguridad autoritaria por la seguridad del espíritu de fe progresiva y aventurosa. Habéis osado protestar contra la esclavitud abrumadora de la religión institucional y rechazar la autoridad de las tradiciones registradas que ahora se consideran la palabra de Dios. Nuestro Padre en efecto habló a través de Moisés, Elías, Isaías, Amós y Oseas. Pero no cesó de ministrar palabras de verdad al mundo cuando estos profetas de la antigua edad dejaron de pronunciarlas. Mi Padre no hace acepción de razas ni de generaciones, no vierte la palabra de la verdad sobre una era y se niega a concederla a otra. No cometáis la locura de llamar divino lo que es completamente humano, y no dejéis de discernir las palabras de la verdad que no vienen a través de los oráculos tradicionales de la supuesta inspiración.
(1731.1) 155:6.3 Os he llamado para que renazcáis, para que nazcáis del espíritu. Os he llamado de las tinieblas de la autoridad y de la letargia de la tradición a la luz trascendental de la comprensión de la posibilidad de hacer por vosotros mismos el más grande descubrimiento posible para el alma humana —la excelsa experiencia de encontrar a Dios por vosotros mismos, en vosotros mismos y de vosotros mismos, y de hacer todo esto como un hecho de vuestra experiencia personal. Así pues podréis pasar desde la muerte a la vida, desde la autoridad de la tradición a la experiencia de conocer a Dios; así pasaréis de las tinieblas a la luz, de la fe racial heredada a una fe personal alcanzada por experiencia real; y así progresaréis de una teología de la mente traspasada por vuestros antepasados a una verdadera religión del espíritu que será construida en vuestras almas como dote eterna.
(1731.2) 155:6.4 Vuestra religión cambiará de la mera creencia intelectual en la autoridad tradicional a la experiencia real de esa fe viviente que es capaz de alcanzar la realidad de Dios y todo lo que se relaciona con el espíritu divino del Padre. La religión de la mente os vincula sin esperanzas al pasado; la religión del espíritu consiste en la revelación progresiva y os llama constantemente a alcances más altos y santos en ideales espirituales y en realidades eternas.
(1731.3) 155:6.5 Aunque la religión de autoridad pueda impartir un sentimiento inmediato de seguridad establecida, pagáis por esa satisfacción pasajera el precio de la pérdida de vuestra libertad espiritual y religiosa. Mi Padre no requiere de vosotros como precio para entrar al reino del cielo que os forcéis a suscribiros a una creencia en cosas que son espiritualmente repugnantes, profanas y falsas. No se os requiere que vuestro propio sentido de la misericordia, justicia y verdad sea ofendido por la sumisión a un sistema desgastado de formas y ceremonias religiosas. La religión del espíritu os deja por siempre libres para seguir la verdad, dondequiera os lleve la guía del espíritu. ¿Quién puede juzgar —tal vez este espíritu tenga algo que impartir a esta generación que otras generaciones se han negado a escuchar?
(1731.4) 155:6.6 ¡Vergüenza deberían tener esos falsos instructores religiosos que arrastran almas hambrientas de vuelta al oscuro y distante pasado y allí las dejan! Así pues estas desafortunadas personas están destinadas a asustarse de todo nuevo descubrimiento, y a desconcertarse ante toda nueva revelación de la verdad. El profeta que dijo: «Aquel cuyo pensamiento persevera en Dios será conservado en paz perfecta» no era un simple creyente intelectual en la teología autoritaria. Este ser humano conocedor de la verdad había descubierto a Dios; no estaba meramente hablando sobre Dios.
(1731.5) 155:6.7 Os advierto que abandonéis la práctica de citar constantemente a los profetas del pasado y de alabar a los héroes de Israel; aspirad más bien a tornaros profetas vivientes del Altísimo y héroes espirituales del reino venidero. Honrar a los antiguos líderes conocedores de Dios indudablemente puede ser algo que vale la pena, pero ¿por qué, al hacerlo, debéis sacrificar la experiencia suprema de la existencia humana: encontrar a Dios por vosotros mismos y conocerle en vuestra propia alma?
(1732.1) 155:6.8 Cada raza de la humanidad tiene su propio enfoque mental sobre la existencia humana; por consiguiente, la religión de la mente siempre debe ser fiel a estos varios puntos de vista raciales. Las religiones de autoridad no pueden jamás llegar a la unificación. La unidad humana y la hermandad de los mortales pueden ser alcanzadas tan sólo por la superdote de la religión del espíritu y a través de ésta. Las mentes raciales pueden diferir, pero la humanidad toda está habitada por el mismo espíritu divino y eterno. La esperanza de la hermandad humana tan sólo puede realizarse cuando y a medida que la ennoblecedora y unificante religión del espíritu —la religión de la experiencia personal espiritual— las impregne y las eclipse las religiones mentales de autoridad divergentes.
(1732.2) 155:6.9 Las religiones de autoridad tan sólo pueden dividir a los hombres y ponerlos en orden de batalla consciente, los unos contra los otros; la religión del espíritu atraerá progresivamente a los hombres unos a los otros y hará que se tornen compasivamente comprensivos los unos de los otros. Las religiones de autoridad requieren de los hombres una uniformidad en la creencia, pero esto es imposible de lograr en el presente estado del mundo. La religión del espíritu requiere tan sólo unidad de experiencia —uniformidad de destino— permitiendo la plena diversidad de la creencia. La religión del espíritu requiere solamente uniformidad de discernimiento, no uniformidad de punto de vista ni de opinión. La religión del espíritu no exige uniformidad de puntos de vista intelectuales, tan sólo unidad de sentimientos espirituales. Las religiones de autoridad se cristalizan en credos sin vida; la religión del espíritu crece en el regocijo y libertad en aumento en las acciones ennoblecedoras de servicio amante y ministración misericordiosa.
(1732.3) 155:6.10 Pero cuidaos de considerar con desdén a los hijos de Abraham, porque hayan caído en estos malos tiempos de esterilidad tradicional. Nuestros antepasados se dedicaron de lleno a la búsqueda persistente y apasionada de Dios, y lo encontraron como ninguna otra raza humana lo ha conocido desde los tiempos de Adán, quien mucho sabía de todo esto puesto que él mismo era Hijo de Dios. Mi Padre no ha dejado de apreciar la larga e incansable lucha de Israel por encontrar a Dios y conocer a Dios desde los días de Moisés. Durante largas generaciones, los judíos no han dejado de trabajar, sudar, luchar, penar y soportar los sufrimientos y experimentar las pesadumbres de un pueblo despreciado y mal comprendido, todo ello para acercarse un poco más al descubrimiento de la verdad sobre Dios. A pesar de todos los fracasos y errores de Israel, nuestros antepasados, desde Moisés hasta los tiempos de Amós y Oseas, revelaron cada vez más para todo el mundo una imagen cada vez más clara y más verdadera del Dios eterno. Así pues fue preparado el camino para la revelación aún más grande del Padre que vosotros habéis sido llamados a compartir.
(1732.4) 155:6.11 No olvidéis jamás que hay tan sólo una aventura que es más satisfactoria y emocionante que el intento de descubrir la voluntad del Dios vivo, y ésa es la experiencia suprema de tratar honestamente de hacer la voluntad divina. No dejéis de recordar que la voluntad de Dios puede cumplirse en cualquier ocupación terrenal. No hay unas vocaciones que sean santas y otras que sean seculares. Todas las cosas son sagradas en la vida de los que son conducidos por el espíritu; o sea, subordinados a la verdad, ennoblecidos por el amor, dominados por la misericordia, y controlados por la ecuanimidad —la justicia. El espíritu que mi Padre y yo enviaremos al mundo es no solamente el Espíritu de la Verdad, sino también el espíritu de la belleza idealista.
(1732.5) 155:6.12 Debéis dejar de buscar la palabra de Dios tan sólo en las páginas de los viejos libros de la autoridad teológica. Los que han nacido del espíritu de Dios de ahora en adelante discernirán la palabra de Dios sea donde fuere que ésta parezca originarse. La verdad divina no debe ser desechada porque el canal de su transmisión sea aparentemente humano. Muchos de vuestros hermanos aceptan la teoría de Dios con la mente pero espiritualmente no consiguen comprender la presencia de Dios. Ésta es justamente la razón por la cual tan a menudo os he enseñado que el reino del cielo puede ser comprendido mejor si se adquiere la actitud espiritual de un niño sincero. No es la inmadurez mental del niño la que os recomiendo, sino más bien la simpleza espiritual de un pequeño que cree con facilidad y confía plenamente. No es tan importante que conozcáis el hecho de Dios como que crezcáis cada vez más en la habilidad de sentir la presencia de Dios.
(1733.1) 155:6.13 Cuando empecéis a encontrar a Dios en vuestra alma, pronto comenzaréis a descubrirlo en el alma de otros hombres y a su debido tiempo en todas las criaturas y creaciones de un poderoso universo. Pero ¿qué oportunidad tiene el Padre de aparecer como un Dios de lealtades supremas e ideales divinos en el alma de los hombres que dedican poco o ningún tiempo a la contemplación reflexiva de estas realidades eternas? Aunque la mente no es el asiento de la naturaleza espiritual, es por cierto la compuerta.
(1733.2) 155:6.14 Pero no cometáis el error de tratar de probar a otros hombres que habéis encontrado a Dios; no podéis producir conscientemente tal prueba válida, aunque existen dos demostraciones positivas y poderosas del hecho de que conocéis a Dios. Éstas son:
(1733.3) 155:6.15 1. Los frutos del espíritu de Dios que se muestran en vuestra vida rutinaria diaria.
(1733.4) 155:6.16 2. El hecho de que todo el plan de vuestra vida ofrece una prueba positiva de que habéis arriesgado sin reserva todo lo que sois y tenéis, en la aventura de la supervivencia después de la muerte, en perseguir la esperanza de encontrar al Dios de la eternidad, cuya presencia habéis saboreado por anticipado en el tiempo.(1733.5) 155:6.17 Ahora bien, no os equivoquéis, mi Padre siempre responderá a la más débil llama de fe. Él presta atención a las emociones físicas y supersticiosas del hombre primitivo. Y con esas almas honestas pero temerosas, cuya fe es tan débil que no llega a ser mucho más que conformidad intelectual a una actitud pasiva de consentimiento a las religiones de autoridad, el Padre está siempre alerta para honrar y promover aun estos débiles intentos de llegar a él. Pero vosotros, que habéis sido llamados de las tinieblas a la luz, debéis creer con todo vuestro corazón; vuestra fe dominará las actitudes combinadas de cuerpo, mente y espíritu.
(1733.6) 155:6.18 Sois mis apóstoles; y para vosotros la religión no se volverá un refugio teológico al que podáis huir cuando temáis enfrentaros con las duras realidades del progreso espiritual y de la aventura idealista; sino más bien, vuestra religión se tornará el hecho de la experiencia real que atestigua que Dios os ha encontrado, os ha idealizado, ennoblecido y espiritualizado, y que os habéis embarcado en la aventura eterna de encontrar a Dios, quien así os ha encontrado y os ha hecho sus hijos.
(1733.7) 155:6.19 Y cuando Jesús terminó de hablar, llamó a Andrés con un gesto y, señalando hacia el oeste, hacia Fenicia, dijo: «Sigamos pues nuestro camino».
miércoles, 20 de octubre de 2010
La magia y la superstición
(1680.4) 150:3.2 A una hora avanzada de aquella noche, Jesús dio al grupo reunido una charla memorable sobre «La magia y la superstición». En aquellos tiempos, la aparición de una estrella brillante y supuestamente nueva era considerada como el signo de que un gran hombre había nacido en la Tierra. Como se había observado recientemente una estrella de este tipo, Andrés le preguntó a Jesús si estas creencias estaban bien fundadas. En su larga respuesta a la pregunta de Andrés, el Maestro emprendió un examen completo de todo el tema de la superstición humana. La exposición que Jesús efectuó en esta ocasión se puede resumir, en lenguaje moderno, de la manera siguiente:
(1680.5) 150:3.3 1. El camino que siguen las estrellas en el cielo no tiene absolutamente nada que ver con los acontecimientos de la vida humana en la Tierra. La astronomía es una ocupación adecuada de la ciencia, pero la astrología es una masa de errores supersticiosos que no tienen ningún sitio en el evangelio del reino.
(1680.6) 150:3.4 2. El examen de los órganos internos de un animal recién degollado no puede revelar nada sobre el tiempo atmosférico, los acontecimientos futuros o el resultado de los asuntos humanos.
(1680.7) 150:3.5 3. Los espíritus de los muertos no regresan para comunicarse con sus familiares o con sus antiguos amigos todavía vivos.
(1681.1) 150:3.6 4. Los amuletos y las reliquias son impotentes para curar las enfermedades, evitar los desastres o influir en los malos espíritus; la creencia en todos estos medios materiales para influir sobre el mundo espiritual no es más que una vulgar superstición.
(1681.2) 150:3.7 5. Echarlo a suertes quizás sea una manera útil de resolver muchas dificultades menores, pero no es un método destinado a descubrir la voluntad divina. Los resultados que se obtienen así son simplemente el producto de la casualidad material. El único medio de comulgar con el mundo espiritual está incluido en la dotación espiritual de la humanidad, el espíritu interior del Padre, junto con el espíritu derramado por el Hijo y la influencia omnipresente del Espíritu Infinito.
(1681.3) 150:3.8 6. La adivinación, la hechicería y la brujería son supersticiones de las mentes ignorantes, como también lo son las ilusiones de la magia. La creencia en los números mágicos, en los pronósticos de buena suerte y en los presagios de mala suerte, es una pura superstición sin ningún fundamento.
(1681.4) 150:3.9 7. La interpretación de los sueños es ampliamente un sistema supersticioso e infundado de especulaciones ignorantes y fantásticas. El evangelio del reino no ha de tener nada en común con los sacerdotes adivinos de la religión primitiva.
(1681.5) 150:3.10 8. Los espíritus del bien o del mal no pueden residir dentro de los símbolos materiales de arcilla, madera o metal; los ídolos no son nada más que el material con el que están fabricados.
(1681.6) 150:3.11 9. Las prácticas de los encantadores, los brujos, los magos y los hechiceros provienen de las supersticiones de los egipcios, los asirios, los babilonios y los antiguos cananeos. Los amuletos y todas las clases de encantamientos son inútiles tanto para conseguir la protección de los buenos espíritus como para desviar a los supuestos espíritus impuros.
(1681.7) 150:3.12 10. Jesús desenmascaró y censuró la creencia de sus oyentes en los encantamientos, las ordalías, los hechizos, las maldiciones, los signos, las mandrágoras, las cuerdas anudadas y todas las demás formas de superstición ignorante y esclavizante.
El "temor" a Dios
(1675.2) 149:6.1 Fue en Gamala, durante la conferencia de la tarde, donde Felipe dijo a Jesús: «Maestro, ¿por qué las Escrituras nos enseñan que ‘temamos al Señor,` mientras que tú desearías que miráramos sin temor al Padre que está en los cielos? ¿Cómo podemos armonizar estas enseñanzas?» Jesús contestó a Felipe, diciendo:
(1675.3) 149:6.2 «Hijos míos, no me sorprende que hagáis estas preguntas. Al principio, el hombre sólo podía aprender el respeto a través del miedo, pero yo he venido para revelar el amor del Padre con el fin de que os sintáis inducidos a adorar al Eterno por el atractivo del reconocimiento afectuoso de un hijo, y la reciprocidad del amor profundo y perfecto del Padre. Quisiera liberaros de la esclavitud de poneros, por miedo servil, al servicio fastidioso de un Dios-Rey celoso e iracundo. Quisiera enseñaros la relación de Padre a hijo entre Dios y el hombre, para que os sintáis conducidos alegremente a la libre adoración, sublime y celeste, de un Padre-Dios amoroso, justo y misericordioso.
(1675.4) 149:6.3 «El ‘temor al Señor` ha tenido diferentes significados a través de los tiempos; empezó con el miedo, ha pasado por la angustia y el terror, y ha llegado hasta el temor y el respeto. Partiendo del respeto, ahora quisiera elevaros, a través del reconocimiento, de la comprensión y de la apreciación, hasta el amor. Cuando el hombre sólo reconoce las obras de Dios, es inducido a temer al Supremo; pero cuando el hombre empieza a comprender y a experimentar la personalidad y el carácter del Dios viviente, se siente inducido a amar cada vez más a este bueno y perfecto Padre universal y eterno. Este cambio de relación entre el hombre y Dios es precisamente lo que constituye la misión del Hijo del Hombre en la Tierra.
(1675.5) 149:6.4 «Los hijos inteligentes no temen a su padre a fin de poder recibir buenos dones de sus manos; pero una vez que ya han recibido abundantemente las buenas cosas otorgadas por los dictados del afecto del padre por sus hijos e hijas, estos hijos muy amados se sienten inducidos a amar a su padre en respuesta al reconocimiento y a la apreciación de tan generosa beneficencia. La bondad de Dios conduce al arrepentimiento; la beneficencia de Dios conduce al servicio; la misericordia de Dios conduce a la salvación; mientras que el amor de Dios conduce a la adoración inteligente y generosa.
(1675.6) 149:6.5 «Vuestros antepasados temían a Dios porque era poderoso y misterioso. Vosotros lo adoraréis porque es magnífico en amor, abundante en misericordia y glorioso en verdad. El poder de Dios engendra el temor en el corazón del hombre, pero la nobleza y la rectitud de su personalidad producen la veneración, el amor y la adoración voluntaria. Un hijo obediente y afectuoso no le tiene miedo ni terror a su padre, aunque sea poderoso y noble. He venido al mundo para sustituir el miedo por el amor, la tristeza por la alegría, el temor por la confianza, la esclavitud servil y las ceremonias sin significado por el servicio amoroso y la adoración agradecida. Pero continúa siendo cierto para los que se encuentran en las tinieblas que ‘el temor al Señor es el comienzo de la sabiduría`. Cuando la luz brille más plenamente, los hijos de Dios se sentirán inducidos a alabar al Infinito por lo que él es, en lugar de temerlo por lo que hace.
(1675.7) 149:6.6 «Cuando los hijos son jóvenes e irreflexivos, se les debe reprender necesariamente para que honren a sus padres; pero cuando crecen y empiezan a apreciar mejor los beneficios del ministerio y de la protección de sus padres, un respeto comprensivo y un afecto creciente los eleva a ese nivel de experiencia en el que aman realmente a sus padres por lo que son, más que por lo que han hecho. El padre ama de manera natural a su hijo, pero el hijo debe desarrollar su amor por el padre, empezando por el miedo de lo que el padre puede hacer, y continuando por el temor, el terror, la dependencia y el respeto, hasta la consideración agradecida y afectuosa del amor.
(1676.1) 149:6.7 «Se os ha enseñado que debéis ‘temer a Dios y guardar sus mandamientos, porque en eso reside todo el deber del hombre.` Pero yo he venido para daros un mandamiento nuevo y superior. Quisiera enseñaros a ‘amar a Dios y a aprender a hacer su voluntad, porque éste es el privilegio más elevado de los hijos liberados de Dios.` A vuestros padres les enseñaron a ‘temer a Dios — al Rey Todopoderoso.` Y yo os enseño: ‘Amad a Dios — al Padre totalmente misericordioso.`
(1676.2) 149:6.8 «En el reino de los cielos, que he venido a proclamar, no hay un rey elevado y poderoso; este reino es una familia divina. El centro y el jefe, universalmente reconocido y adorado sin reservas, de esta extensa fraternidad de seres inteligentes, es mi Padre y vuestro Padre. Yo soy su Hijo, y vosotros también sois sus hijos. Por consiguiente, es eternamente cierto que vosotros y yo somos hermanos en el estado celestial, y mucho más desde que nos hemos vuelto hermanos en la carne, en la vida terrenal. Dejad pues de temer a Dios como a un rey o de servirle como a un amo; aprended a venerarlo como Creador; a honrarlo como al Padre de vuestra juventud espiritual; a amarlo como a un defensor misericordioso; y finalmente, a adorarlo como al Padre amoroso y omnisapiente de vuestra comprensión y apreciación espirituales más maduras.
(1676.3) 149:6.9 «Vuestros conceptos erróneos del Padre que está en los cielos dan origen a vuestras ideas falsas sobre la humildad y a una gran parte de vuestra hipocresía. El hombre puede ser un gusano de tierra por su naturaleza y origen, pero cuando está habitado por el espíritu de mi Padre, ese hombre se vuelve divino en su destino. El espíritu que mi Padre ha otorgado regresará con toda seguridad a la fuente divina y al nivel universal de su origen, y el alma humana del hombre mortal, que se habrá convertido en la hija renacida de este espíritu interior, se elevará ciertamente con el espíritu divino hasta la presencia misma del Padre eterno.
(1676.4) 149:6.10 «En verdad, la humildad le conviene al hombre mortal que recibe todos estos dones del Padre que está en los cielos, aunque hay una dignidad divina que está ligada a todos estos candidatos, por la fe, a la ascensión eterna del reino celestial. Las prácticas sin sentido y serviles de una humildad ostentosa y falsa son incompatibles con la apreciación de la fuente de vuestra salvación y con el reconocimiento del destino de vuestras almas nacidas del espíritu. La humildad ante Dios es totalmente apropiada en el fondo de vuestro corazón; la mansedumbre delante de los hombres es loable; pero la hipocresía de una humildad consciente y deseosa de llamar la atención es infantil e indigna de los hijos iluminados del reino.
(1676.5) 149:6.11 «Hacéis bien en ser dóciles ante Dios y en controlaros delante de los hombres, pero que vuestra mansedumbre sea de origen espiritual, y no la exhibición autoengañosa de un sentido consciente de superioridad presuntuosa. El profeta habló juiciosamente cuando dijo: ‘Caminad humildemente con Dios` porque, aunque el Padre celestial es el Infinito y el Eterno, también habita ‘en aquel que tiene una mente contrita y un espíritu humilde.` Mi Padre desdeña el orgullo, detesta la hipocresía y aborrece la iniquidad. Para recalcar el valor de la sinceridad y la confianza perfecta en el sostén amoroso y en la guía fiel del Padre celestial, me he referido con mucha frecuencia a los niños, con el fin de ilustrar la actitud mental y la reacción espiritual que son tan esenciales para que el hombre mortal acceda a las realidades espirituales del reino de los cielos.
(1677.1) 149:6.12 «El profeta Jeremías describió bien a muchos mortales cuando dijo: ‘Estáis cerca de Dios en la boca, pero lejos de él en el corazón.` ¿Y no habéis leído también esa terrible advertencia del profeta que dijo: ‘Sus sacerdotes enseñan por un salario y sus profetas adivinan por dinero. Al mismo tiempo, manifiestan piedad y proclaman que el Señor está con ellos`? ¿No habéis sido bien advertidos contra los que ‘hablan de paz con sus vecinos, estando la maldad en su corazón`, contra los que ‘adulan con los labios, mientras que su corazón actúa con doblez`? De todas las penas de un hombre confiado, ninguna es más terrible que la de ser ‘herido en la casa de un amigo en quien confía.`»
Cuál es la verdad sobre las Escrituras?
(1767.3) 159:4.1 Jesús se desplazó entonces a Abila, donde trabajaban Natanael y sus compañeros. Natanael estaba muy confundido por algunas declaraciones de Jesús que parecían disminuir la autoridad de las escrituras hebreas reconocidas. En consecuencia, aquella noche, después de la sesión habitual de preguntas y respuestas, Natanael apartó a Jesús de los demás y le preguntó: «Maestro, ¿podrías confiar en mí como para hacerme saber la verdad sobre las Escrituras? Observo que nos enseñas solamente una parte de las escrituras sagradas — la mejor en mi opinión — y deduzco que rechazas las enseñanzas rabínicas que afirman que las palabras de la ley son las palabras mismas de Dios, que estaban con Dios en el cielo incluso antes de la época de Abraham y Moisés. ¿Cuál es la verdad sobre las Escrituras?» Cuando Jesús escuchó la pregunta de su apóstol desconcertado, respondió:
(1767.4) 159:4.2 «Natanael, has juzgado bien; yo no considero las Escrituras como lo hacen los rabinos. Hablaré contigo de este asunto a condición de que no comentes estas cosas con tus hermanos, porque no todos están preparados para recibir esta enseñanza. Las palabras de la ley de Moisés y las enseñanzas de las Escrituras no existían antes de Abraham. Las Escrituras han sido reunidas en una época reciente bajo la forma que las poseemos ahora. Aunque contienen lo mejor de las ideas y los anhelos más elevados del pueblo judío, también contienen muchas cosas que están lejos de representar el carácter y las enseñanzas del Padre que está en los cielos; por eso tengo que escoger, entre las mejores enseñanzas, aquellas verdades que han de ser extraídas para el evangelio del reino.
(1767.5) 159:4.3 «Estos escritos son obras de los hombres, algunos de ellos santos y otros no tan santos. Las enseñanzas de estos libros representan los puntos de vista y el grado de iluminación de la época en que se originaron. Como revelación de la verdad, los últimos libros son más dignos de confianza que los primeros. Las Escrituras son defectuosas y su origen es enteramente humano, pero no te equivoques, pues constituyen la mejor recopilación de sabiduría religiosa y de verdad espiritual que se puede encontrar actualmente en el mundo entero.
(1767.6) 159:4.4 «Muchos de estos libros no fueron escritos por las personas cuyos nombres figuran en ellos, pero eso no disminuye en nada el valor de las verdades que contienen. Aunque la historia de Jonás no fuera un hecho, e incluso si Jonás nunca hubiera existido, la profunda verdad de este relato — el amor de Dios por Nínive y por los supuestos paganos — no sería por ello menos preciosa a los ojos de todos aquellos que aman a sus semejantes. Las Escrituras son sagradas porque exponen los pensamientos y los actos de los hombres que buscaban a Dios, y que dejaron en estos escritos sus conceptos más elevados sobre la rectitud, la verdad y la santidad. Las Escrituras contienen muchas, muchísimas cosas que son verdaderas, pero a la luz de la enseñanza que estás recibiendo, sabes que estos escritos contienen también muchas cosas que desfiguran la imagen del Padre que está en los cielos, el Dios amoroso que he venido a revelar a todos los mundos.
(1768.1) 159:4.5 «Natanael, nunca te permitas creer ni un instante en los relatos de las Escrituras que te dicen que el Dios del amor ordenó a tus antepasados que salieran a luchar para matar a todos sus enemigos — hombres, mujeres y niños. Esos documentos son palabras de hombres, de hombres no muy santos, pero no son la palabra de Dios. Las Escrituras siempre han reflejado, y reflejarán siempre, el estado intelectual, moral y espiritual de sus autores. ¿No has observado que los conceptos de Yahvé crecen en belleza y en gloria a medida que los profetas elaboran sus escritos, desde Samuel hasta Isaías? Y deberías recordar que las Escrituras están destinadas a la instrucción religiosa y a la orientación espiritual. No son la obra de unos historiadores ni de unos filósofos.
(1768.2) 159:4.6 «La cosa más deplorable no es simplemente esa idea errónea de que los relatos de las Escrituras son absolutamente perfectos y que sus enseñanzas son infalibles, sino más bien la mala interpretación confusa que los escribas y fariseos de Jerusalén, esclavizados por la tradición, hacen de estos escritos sagrados. Y ahora, en sus esfuerzos resueltos por contrarrestar las enseñanzas más modernas del evangelio del reino, van a emplear tanto la doctrina de que las Escrituras son inspiradas como las falsas interpretaciones que hacen de ellas. Natanael, no lo olvides nunca: el Padre no limita la revelación de la verdad a una generación concreta ni a un pueblo determinado. Muchos buscadores ardientes de la verdad se han sentido, y continuarán sintiéndose confundidos y desanimados debido a estas doctrinas de la perfección de las Escrituras.
(1768.3) 159:4.7 «La autoridad de la verdad es el espíritu mismo que reside en sus manifestaciones vivientes, y no las palabras muertas de los hombres de otra generación, menos iluminados y supuestamente inspirados. Y aunque esos santos antiguos vivieran unas vidas inspiradas y repletas de espíritu, eso no significa que sus palabras estuvieran igualmente inspiradas por el espíritu. Actualmente no ponemos por escrito las enseñanzas de este evangelio del reino, por temor a que después de mi partida, os dividáis rápidamente en varios grupos que compitan por la verdad a consecuencia de vuestras diversas interpretaciones de mis enseñanzas. Para esta generación, es mejor que vivamos estas verdades, evitando ponerlas por escrito.
(1768.4) 159:4.8 «Toma buena nota de mis palabras, Natanael: nada de lo que la naturaleza humana ha tocado puede ser considerado como infalible. Es cierto que la verdad divina puede brillar a través de la mente humana, pero siempre con una pureza relativa y una divinidad parcial. La criatura puede desear ardientemente la infalibilidad, pero sólo los Creadores la poseen.
(1768.5) 159:4.9 «Pero el error más grande de la enseñanza acerca de las Escrituras consiste en la doctrina que las presenta como libros herméticos de misterio y de sabiduría, que sólo los sabios de la nación se atreven a interpretar. Las revelaciones de la verdad divina no están precintadas, salvo por la ignorancia humana, la beatería y la intolerancia mezquina. La luz de las Escrituras sólo está empañada por los prejuicios y oscurecida por la superstición. Un falso miedo a lo sagrado ha impedido que el sentido común salvaguarde la religión. El miedo a la autoridad de los escritos sagrados del pasado impide eficazmente que las almas honradas de hoy acepten la nueva luz del evangelio, una luz que anhelaron ver con tanta intensidad aquellos mismos hombres que conocieron a Dios en generaciones anteriores.
(1769.1) 159:4.10 «Pero lo más triste de todo esto es el hecho de que algunos de los que enseñan la santidad de este tradicionalismo conocen esta misma verdad. Comprenden más o menos plenamente estas limitaciones de las Escrituras, pero son moralmente cobardes e intelectualmente deshonestos. Conocen la verdad acerca de los escritos sagrados, pero prefieren ocultarle al pueblo estos hechos perturbadores. Y así desnaturalizan y tergiversan las Escrituras, convirtiéndolas en una guía para los detalles serviles de la vida diaria, y en una autoridad para las cosas no espirituales, en lugar de recurrir a los escritos sagrados como depósito de la sabiduría moral, la inspiración religiosa y la enseñanza espiritual de los hombres que conocieron a Dios en las generaciones pasadas.»
(1769.2) 159:4.11 Natanael se sintió iluminado, y conmocionado, por las declaraciones del Maestro. Reflexionó largamente, en las profundidades de su alma, sobre esta conversación, pero no le habló a nadie acerca de este diálogo hasta después de la ascensión de Jesús; e incluso entonces, temió dar a conocer la historia completa de la enseñanza del Maestro.
La idolatría
1600.2) 142:4.1 Flavio, el judío griego, era un prosélito sin acceso al templo, pues no había sido circuncidado ni bautizado. Como apreciaba mucho la belleza en el arte y la escultura, la casa que ocupaba durante su estancia en Jerusalén era un hermoso edificio. Este hogar estaba exquisitamente adornado con tesoros inapreciables que había rebuscado aquí y allá en sus viajes por el mundo. Cuando pensó por primera vez en invitar a Jesús a su casa, temía que el Maestro pudiera ofenderse al ver aquellas pretendidas imágenes. Pero cuando Jesús entró en la casa, Flavio se quedó agradablemente sorprendido ya que, en lugar de reprenderle por tener aquellos objetos supuestamente idólatras esparcidos por toda la casa, manifestó un gran interés por toda la colección, y mostró su aprecio haciendo muchas preguntas sobre cada objeto, mientras que Flavio lo acompañaba de una habitación a otra, mostrándole sus estatuas favoritas.
(1600.3) 142:4.2 El Maestro vio que su anfitrión estaba aturdido por su actitud favorable hacia el arte; por consiguiente, cuando terminaron de examinar toda la colección, Jesús dijo: «Puesto que sabes apreciar la belleza de las cosas creadas por mi Padre y modeladas por las manos artísticas del hombre, ¿por qué esperabas recibir una reprimenda? Porque Moisés intentó en otra época combatir la idolatría y la adoración de los falsos dioses, ¿por qué todos los hombres han de rechazar la reproducción de la gracia y de la belleza? Te digo, Flavio, que los hijos de Moisés lo han comprendido mal, y ahora convierten en falsos dioses hasta sus prohibiciones de las imágenes y de los retratos de las cosas del cielo y de la tierra. Pero, aunque Moisés enseñara estas restricciones a las mentes ignorantes de aquellos tiempos, ¿qué tienen que ver con nuestra época, en la que el Padre que está en los cielos es revelado como el Soberano Espiritual universal por encima de todo? Flavio, te aseguro que en el reino venidero ya no continuarán enseñando ‘No adoréis esto y no adoréis aquello`; ya no se ocuparán de ordenar que os abstengáis de esto y que tengáis cuidado de no hacer aquello, sino que todos se ocuparán más bien de un solo deber supremo. Y este deber de los hombres está expresado en dos grandes privilegios: la adoración sincera del Creador infinito, el Padre Paradisiaco, y el servicio amoroso otorgado a nuestros semejantes. Si amas a tu prójimo como a ti mismo, sabes realmente que eres un hijo de Dios.
(1600.4) 142:4.3 «En una época en que mi Padre no era bien comprendido, las tentativas de Moisés por oponerse a la idolatría estaban justificadas, pero en la era por venir, el Padre habrá sido revelado en la vida del Hijo; y esta nueva revelación de Dios hará que sea perpetuamente inútil confundir al Padre Creador con los ídolos de piedra o las imágenes de oro y plata. En lo sucesivo, los hombres inteligentes podrán disfrutar de los tesoros del arte, sin confundir esta apreciación material de la belleza con la adoración y el servicio del Padre Paradisiaco, el Dios de todas las cosas y de todos los seres.»
(1600.5) 142:4.4 Flavio creyó todo lo que Jesús le enseñó. Al día siguiente se dirigió a Betania más allá del Jordán y fue bautizado por los discípulos de Juan. Hizo esto porque los apóstoles de Jesús aún no bautizaban a los creyentes. Cuando Flavio regresó a Jerusalén, dio una gran fiesta para Jesús e invitó a sesenta de sus amigos. Muchos de estos convidados también se hicieron creyentes en el mensaje del reino venidero.
¿Qué Debo Hacer para Ser Salvada?
(1682.4) 150:5.2 «Cuando los hombres y las mujeres preguntan qué deben hacer para ser salvados, vosotras contestaréis: cree en este evangelio del reino; acepta el perdón divino. Por la fe reconoce el espíritu residente de Dios, cuya aceptación te hace hijo de Dios. Acaso no habéis leído en las Escrituras donde dice: ‘en el Señor encuentro yo rectitud y fuerza'. También allí donde el Padre dice: ‘cercana está mi rectitud se acerca; ha salido mi salvación, y mis brazos abrazarán a mi pueblo'. ‘Mi alma se alegrará en el amor de mi Dios, porque me vistió con vestiduras de salvación y me rodeó de manto de su rectitud'. Acaso no habéis leído también del Padre que su nombre ‘será el Señor de nuestra rectitud'. ‘Llevad estos harapos sucios de presunción y vestid a mi hijo con el manto de rectitud divina y de salvación eterna'. Es para siempre verdad que, ‘el justo por su fe vivirá'. El ingreso en el reino del Padre es completamente libre, pero el progreso —el crecimiento en la gracia— es esencial para seguir permaneciendo allí.
(1682.5) 150:5.3 «La salvación es el don del Padre, y es revelada por sus Hijos. Vuestra aceptación mediante la fe os permite compartir de la naturaleza divina, ser hijo o hija de Dios. Por la fe estáis justificados; por la fe sois salvados; y por la misma fe avanzaréis eternamente en el camino de la perfección progresiva y divina. Por la fe Abraham fue justificado y tomó conciencia de la salvación por las enseñanzas de Melquisedek. A través de todas las edades esta misma fe ha salvado a los hijos del hombre, pero ahora ha venido un Hijo de donde el Padre para hacer que esa salvación sea más real y aceptable».
(1683.1) 150:5.4 Cuando Jesús terminó de hablar, hubo gran regocijo entre los que habían oído sus reconfortantes palabras, y en los días que siguieron, todos ellos proclamaron el evangelio del reino con nueva fuerza y renovada energía y entusiasmo. Las mujeres se regocijaron aún más al saber que se las había incluido en estos planes para el establecimiento del reino en la tierra.
(1683.2) 150:5.5 Al resumir su declaración final, Jesús dijo: «No podéis comprar la salvación; no podéis ganar la rectitud. La salvación es el don de Dios, y la rectitud es el fruto natural de la vida nacida del espíritu de la filiación en el reino. No seréis salvados porque viváis una vida recta, sino que viviréis una vida recta porque ya habéis sido salvados, habéis reconocido la filiación como un don de Dios y el servicio en el reino como el gozo supremo de la vida en la tierra. Cuando los hombres creen en este evangelio, que es una revelación de la bondad de Dios, serán conducidos al arrepentimiento voluntario de todo pecado conocido. La comprensión de la filiación es incompatible con el deseo de pecar. Los creyentes en el reino tienen sed de rectitud y hambre de perfección divina».
miércoles, 13 de octubre de 2010
Los Consejos de JESUS para un RICO
Cierto hombre rico, ciudadano romano y estoico, se interesó vivamente en las enseñanzas de Jesús, que le había sido presentado por Angamón. Después de muchas conversaciones íntimas este rico ciudadano le preguntó a Jesús qué haría él con la riqueza, si la poseyera, y Jesús le respondió: «Dedicaría la riqueza material al mejoramiento de la vida material, así como dedicaría el conocimiento, la sabiduría y el servicio espiritual al enriquecimiento de la vida intelectual, al ennoblecimiento de la vida social y al adelanto de la vida espiritual. Administraría la riqueza material como guardián prudente y eficaz de los recursos de una generación para el beneficio y el ennoblecimiento de la generación próxima y de las generaciones sucesivas».
Pero el rico no estaba del todo satisfecho con la respuesta de Jesús. Se atrevió a preguntar nuevamente: «¿Pero qué crees tú que deba hacer un hombre en mi posición con su riqueza? ¿Debo quedarme con ella, o debo repartirla?» Cuando Jesús se dio cuenta de que este hombre deseaba sinceramente conocer más profundamente la verdad sobre su lealtad a Dios y su deber para con sus semejantes, le dijo además: «Mi buen amigo, entiendo que buscas sinceramente la sabiduría y que honestamente amas la verdad; por eso pienso exponer mi punto de vista sobre la solución de tus problemas relacionados con las responsabilidades de la riqueza. Lo hago porque tú has solicitado mi consejo, y al ofrecértelo, no estoy pensando en la riqueza de ningún otro hombre rico; mi consejo es sólo para ti, para tu orientación personal. Si honestamente deseas considerar tu riqueza como un fideicomiso, si realmente deseas convertirte en un guardián prudente y eficaz de tu riqueza acumulada, entonces te aconsejaría que hicieras el siguiente análisis de los orígenes de tus riquezas: pregúntate, y trata de hallar la respuesta honesta, ¿de dónde vino esta riqueza? Y como ayuda en el análisis de los orígenes de tu gran fortuna, te sugeriría que recordaras los siguientes diez métodos distintos de acumular riquezas materiales:
«1. Riqueza heredada —que proviene de los padres y otros antepasados.«Así pues, amigo mío, si quieres ser un fiel y justo guardián de tu gran fortuna, ante Dios y al servicio de los hombres, debes dividir aproximadamente tu riqueza en estos diez grandes grupos, y luego proceder con la administración de cada porción según la interpretación sabia y honesta de las leyes de la justicia, de la equidad, de la imparcialidad y de la verdadera eficacia; aunque el Dios del cielo no te condenará si a veces yerras, en situaciones dudosas, a favor de la consideración misericordiosa y altruista de la aflicción de las víctimas que sufren las infortunadas circunstancias de la vida mortal. Cuando tengas una duda honesta acerca de la equidad y justicia en una situación material, deja que tus decisiones favorezcan a los necesitados. Favorece a los que sufren el infortunio de penurias inmerecidas».
«2. Riqueza descubierta —que proviene de los recursos no cultivados de la madre tierra.
«3. Riqueza comercial —obtenida como ganancia justa en el intercambio y true-que de bienes materiales.
«4. Riqueza injusta —que proviene de la explotación injusta o de la esclavitud de nuestros semejantes.
«5. Riqueza de interés —que proviene de la posibilidad de ganancia justa y equitativa de un capital invertido.
«6. Riqueza de genio —que proviene de las recompensas por las dotes creadoras e inventivas de la mente humana.
«7. Riqueza accidental —que se deriva de la generosidad de un semejante, o de las circunstancias de la vida.
«8. Riqueza robada —que se obtuvo mediante iniquidades, deshonestidad, robo o fraude.
«9. Fondos fiduciarios —riqueza puesta en tus manos por un semejante para un uso específico, ahora o en el futuro.
«10. Riqueza ganada —riqueza que proviene directamente de tu trabajo personal, la justa y equitativa recompensa de tu diario esfuerzo de mente y cuerpo.
Después de discutir estos asuntos durante varias horas, y respondiendo a la solicitud del rico que deseaba una instrucción más amplia y detallada, Jesús expandió su consejo, diciendo en sustancia: «Al ofrecerte estas sugerencias ulteriores relativas a tu actitud hacia la riqueza, te advierto que debes considerar mis consejos como observaciones exclusivamente para ti y para tu orientación personal. Tan sólo hablo por mí y para ti en calidad de amigo que quiere saber. Te suplico que no te conviertas en un dictador en cuanto a cómo otros ricos deben tratar su riqueza. Te aconsejaría pues:
«1. Como guardián de riquezas heredadas debes considerar sus orígenes. Tienes la obligación moral de representar a la generación anterior en la transmisión honesta de riquezas legítimas a las generaciones venideras después de sustraer un monto justo para el beneficio de la generación presente. Pero no estás obligado a perpetuar deshonestidades ni injusticias que puedan haberse producido en la acumulación indebida de riquezas de tus antepasados. Podrás desembolsar cualquier porción de tu riqueza heredada que resulte provenir del fraude o de la iniquidad según tus convicciones de justicia, generosidad y restitución. Podrás utilizar el resto de tu herencia legítima equitativamente y trasmitirlo en seguro fideicomiso de una generación a otra. Un prudente sentido de discernimiento y un sano juicio deben guiar tus decisiones en cuanto al legado de las riquezas a tus sucesores.Cuando Jesús hubo terminado su discurso, este romano rico se levantó de su silla y, al darle las buenas noches, le hizo esta promesa: «Mi buen amigo, percibo que eres hombre de gran sabiduría y bondad, y mañana mismo comenzaré a administrar mis bienes de acuerdo con tu consejo».
«2. Todo el que disfrute de riquezas descubiertas debe recordar que una persona tan sólo vive en la tierra una corta temporada y debe, por consiguiente, disponer adecuadamente para que estos descubrimientos puedan ser compartidos de la manera más útil con el mayor número posible de sus semejantes. Si bien no debe negársele al descubridor toda recompensa por su trabajo de búsqueda y descubrimiento, tampoco deberá éste reclamar con egoísmo todas las ventajas y beneficios que puedan obtenerse del descubrimiento de recursos atesorados por la naturaleza.
«3. Hasta tanto elijan los hombres conducir los negocios del mundo mediante el comercio y el trueque, tienen derecho a una ganancia justa y legítima. Todo comerciante merece un pago por sus servicios; el mercader tiene derecho a su salario. La equidad en el comercio y el trato honesto acordado a los semejantes en el negocio organizado del mundo crea muchos y diversos tipos de riqueza por ganancia, y cada una de estas fuentes de riqueza debe ser juzgada por el metro de los principios más elevados de la justicia, la honestidad y la equidad. El mercader honesto no debe dudar en recibir la misma ganancia que con equidad le otorgaría a su colega en una transacción similar. Aunque este tipo de riqueza no es idéntico a los ingresos ganados individualmente, cuando los negocios se llevan a cabo en gran escala, al mismo tiempo, esta riqueza acumulada honestamente le otorga a su poseedor una considerable equidad que le asegura el derecho de tener voz en las decisiones relativas a su distribución subsiguiente.
«4. Ningún mortal que conozca a Dios y trate de hacer la voluntad divina podrá caer tan bajo como para participar en la opresión mediante el poder de la riqueza. Ningún hombre de noble corazón podrá dedicarse a acumular el poder de la riqueza mediante la esclavización o la explotación injusta de sus hermanos en la carne. Las riquezas son una maldición moral y un estigma espiritual cuando provienen del sudor del hombre mortal oprimido. Toda riqueza así obtenida debe ser restituída a quien le fuera de esta manera robada o a sus hijos o a los hijos de sus hijos. No puede edificarse una civilización perdurable sobre la práctica de robarle al trabajador su salario.
«5. La riqueza honesta tiene derecho a cobrar interés. Hasta tanto los hombres pidan prestado y reciban préstamos, puede recaudarse un justo interés siempre y cuando el capital prestado provenga de una riqueza legítima. Purifica primero tu capital y podrás entonces reclamar el interés. No permitas que tu avidez te haga caer en la práctica de la usura. No permitas que tu egoísmo te lleve a emplear el poder del dinero para ganar ventajas injustas sobre tus semejantes en dificultades. No caigas en la tentación de recibir usura de tu hermano que está en apuros financieros.
«6. Si llegas a la riqueza por tu genio, si tus riquezas se derivan de las recompensas por tus dotes de inventiva, no pretendas una porción injusta de tales recompensas. El genio le debe algo tanto a sus antepasados como a su progenie; también le debe a su raza, a su nación y las circunstancias de sus descubrimientos e invenciones; también debe recordar que elaboró y llevó a cabo sus invenciones en su calidad de hombre entre los hombres. Al mismo tiempo, sería igualmente injusto privar al genio de toda posibilidad de aumentar su riqueza. Será por siempre imposible que los hombres establezcan leyes y reglas que se puedan aplicar igualmente a todos los problemas relacionados con una distribución equitativa de la riqueza. Primero debes reconocer al hombre como tu hermano, y si deseas honestamente hacer por él lo que quisieras que él hiciese por ti, los dictados elementales de la justicia, la honestidad y la equidad te guiarán en la disposición justa e imparcial de todos los problemas recurrentes de la recompensa económica y la justicia social.
«7. A excepción de los honorarios justos y legítimos correspondientes a la tarea de la administración, ningún hombre debe reclamar para sí una riqueza que el tiempo y la ocasión puedan haber depositado en sus manos. Las riquezas accidentales deben ser consideradas en cierto modo como un fideicomiso que ha de administrarse para beneficio del propio grupo económico o social. A los poseedores de tales riquezas se les debe conceder la voz principal en la determinación de una distribución prudente y efectiva de estos recursos no ganados. El hombre civilizado no siempre considerará todo lo que controla como su posesión personal y privada.
«8. Si una porción determinada de tu fortuna se ha obtenido a sabiendas mediante el fraude; si alguna parte de tu riqueza ha sido acumulada mediante prácticas deshonestas o métodos no equitativos; si tus riquezas provienen de tratos injustos con tus semejantes, apresúrate a restituir estos bienes mal habidos a sus legítimos dueños. Haz plena retribución y de este modo limpia tu fortuna de toda riqueza mal habida.
«9. La administración de la riqueza de una persona para el beneficio de otras es una responsabilidad solemne y sagrada. No comprometas ni pongas en peligro ese fideicomiso. Toma para ti de un fideicomiso tan sólo lo que permitiría cada hombre honesto.
«10. Esa parte de tu fortuna que corresponda a lo que ganaste con tus propios esfuerzos mentales y físicos —si has hecho tu trabajo en justicia y equidad— es verdaderamente tuya. Ningún hombre podrá negarte el derecho de conservar y usar esa porción de tu riqueza siempre y cuando el ejercicio de este derecho no perjudique en modo alguno a tus semejantes».
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